sábado, 4 de febrero de 2012

Un ejercicio antiguo

Hace un par de años, cuando asistía a uno los talleres de creación literaria de Ramón Sanz, cometí un texto en verso, que no me atrevo a llamar poema, a partir de una de las propuestas de Ramón. Se trataba de escribir una receta, un prospecto, unas instrucciones sometiéndose a la disciplina del verso, y yo opté por versificar el prospecto de un conocido antiinflamatorio, el Ibuprofeno.
Debo confesar que en general no estoy de acuerdo con este tipo de ejercicios; la poesía es algo más serio, más puro, que debe tratar de temas como el amor, el paso del tiempo o las intimidades del espíritu, y siempre en un lenguaje elevado, evitando el prosaísmo al que, ¡ay!, ya demasiado tienden nuestros actos cotidianos. Sin embargo, el otro día, revisando archivos antiguos, encontré el poemilla y me hizo tanta gracia que he decidido compartirlo aquí:

Ibuprofeno

Contaré en breves versos
los posibles efectos secundarios
(y otros inconvenientes) más adversos
de Ibuprofeno. Varios
pueden citarse, aunque son más comunes
en los mayores de 65.
Afectan al estómago del lunes
al domingo (los nombro con ahínco):
indigestión y diarrea, que entran
entre los más corrientes,
vómitos, náuseas y dolores, menos,
y aunque también se encuentran
perforaciones y úlceras crecientes,
son raros. Por la piel, de ampollas llenos
o con fiebre o dolores, casi nunca
estaremos (y no duelen los dientes).
Serán tal vez frecuentes
la erupción, y el picor, que a veces trunca
las noches más venéreas y ardientes.
Fatiga y somnolencia
son efectos posibles. Si no tienes
la suerte de tu parte, ten paciencia,
pues sufrirás insomnio y depresiones,
te dolerán las sienes
y puede que alucines en colores
en ciertas ocasiones,
mas no temas: les pasa a los mejores.
Por la circulación y su sistema
ninguno ha de temer, salvo el que sufre
del corazón, y los ancianos. Lema
será obligado en ese caso palmas
que harás si no la palmas,
pues no has bebido azufre.
Del riñón y del hígado son pocos,
aunque, de aparecer, igual afectan
a los cuerdos y a los que están más locos.
Otros males a veces se detectan,
que son, sin orden, los que siguen: mocos,
alergia, fiebre, inflamaciones, asma.
Y, atención, si aparece
algún efecto más de los que cito,
tema llegar cualquiera a ser fantasma
y lo que sepa rece
ya que (y renuncio al término erudito)
tendrá siempre cabeza de chorlito
quien no corra a su médico enseguida:
dificultad respiratoria (un pito),
ampollas, vómitos de sangre, aspecto
amarillento de la piel. La vida
es cosa bien querida
y es fácil que no sufra desperfecto
leyendo siempre bien todo el prospecto.
Andrei Distrievich

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