sábado, 29 de septiembre de 2012

Yo acuso



La historia era increíble, en efecto, pero se impuso a todos, porque sustancialmente era cierta. Verdadero era el tono de Emma Zunz, verdadero el pudor, verdadero el odio. Verdadero también era el ultraje que había padecido; sólo eran falsas las circunstancias, la hora y uno o dos nombres propios.

Jorge Luis Borges, “Emma Zunz”, El Aleph


Leo con estupefacción (no digo con indignación porque eso presupondría cierto grado de decepción, y eso ya no es posible en el caso que comento) unas declaraciones que el Presidente Rejoice ha efectuado recientemente, el pasado miércoles 26 de setiembre, en la institución académica Dumb Singers Society de Nueva York. Allí, entre otras cosas, con su habitual retórica de sapiens ilegal, decía lo siguiente:

"Mi mayor reconocimiento a la mayoría de españoles que no se manifiesta, que no sale en las portadas de prensa y que no abre los telediarios."

No voy a perder el tiempo siquiera condenando la manifiesta inmoralidad y hedor antidemocrático que se desprende de tales palabras. Ya me conocéis, mis debilidades son la lógica, la evidencia de la verdad y la mentira, la distinción entre fantasía y realidad y, por supuesto, la literatura (último punto este, lamentablemente, del que no puedo hablar en esta ocasión), no los sentimientos. Así que me ajusto únicamente al comentario de los desatinos que pueden encontrarse en los nauseabundos oprobios que Mr. Rejoice ha expelido contra todos nosotros:

1. Alabar al que no se manifiesta es enaltecer la falta de crítica, de pensamiento independiente, de juicio (y por tanto de justicia), del carácter emprendedor (porque supone también glorificar el conformismo). Por tanto, el Presidente ataca los valores democráticos y constitucionales (libertad de opinión, libertad de prensa, limitación o anulación del poder judicial) y además entorpece la recuperación económica del país (y no lo digo solo por su prodigiosa facha paseándose por las calles de Nueva York con un puro en los labios, no sé si es distinguible entre el gentío, imagen que puede verse reproducida en varios medios, pero que cedo gustoso a la tentación de exponer aquí:),



dificulta la recuperación económica, digo, porque fomenta el conformismo.

2. Elogiar al que "no sale en las portadas de prensa" cuando él mismo las ocupa todas, por ser el presidente de un Estado de cierta relevancia internacional y sumido en un considerable número de problemas de todo tipo, es de majaderos (ya he dicho que no me indigno porque no hay decepción previa: esto hace tiempo que lo sabía). No son necesarios más comentarios sobre este punto.

3. Reconocer la actitud de todo aquel que "no abre los telediarios" supone, de nuevo, una doble traición al país. Por un lado, fomenta la ignorancia (cosa que los planes de educación y los maleficios diversos tanto del Gobierno central como de los autonómicos hacen mucho mejor, todo hay que decirlo), y por otro obstaculiza de nuevo la salida de la crisis, porque tenemos que suponer que Mr. Rejoice defiende comportamientos que él mismo practica, ¿y cómo saldremos de nuestros apuros económicos si el presidente del país no mira las noticias?

Por todo lo dicho, YO ACUSO al Presidente del Estado, Mr. Rejoice, de ser un enemigo del país, un verdadero traidor a esa patria que con tanta frecuencia aparece en sus discursos, y propongo que sea encausado por la Fiscalía General del Estado por estos motivos (o por lo menos, déjenme reír este rato con ustedes).

viernes, 28 de septiembre de 2012

Va de bichos (VI)


Hace tiempo que espero a publicar el soneto que, si no me equivoco o no aparecen nuevos textos, sería el último de los intercambiados entre Rafael y Mario Loppo en torno a la tortuga del primero. Rafael y Loppo, sí; pero ya hablé en un primer momento de que se trataba de una correspondencia entre tres autores. Rafael, Mario Loppo y “Tere”. De esta última no tenía más conocimiento –ni tengo, si me veo animado a ser sincero− que su mención explícita en el último de los sonetos de la serie, firmado por Mario Loppo. Otras alusiones del poema me hacían pensar en un texto intercalado entre el último que publiqué aquí, «Callar podrá tus labios el desecho», de Mario Loppo, y el que considero, como decía, provisionalmente el último, también de Loppo.

Yo esperaba recibir, por medios tan insólitos como recibí los de Rafael, que no conservaba, el correspondiente soneto extraviado de Tere. Me había pasado completamente por alto, sin embargo, una nota que figura a continuación del original de Loppo, de ese último soneto que en breve publicaré y en que se hace referencia a Tere. Si no vale como pretexto, al menos servirá para explicar mi descuido el hecho de que, aunque el soneto de Tere aparece allí reproducido –y por tanto ha estado ante mis ojos desde un primer momento–, Loppo lo escribió, de su puño y letra y a continuación del suyo, como he dicho, no con la habitual separación en líneas de los versos, sino en prosa –utilizando, eso sí, las preceptivas barras separadoras– y además inserto en un párrafo, en parte ilegible, donde da alguna aclaración de las circunstancias de escritura de ese soneto. Será mejor que lo explique, reconstruyendo lo que creo, sin dudas en exceso severas, que Mario Loppo quiere decir:

El soneto de “Tere”, de quien Loppo jamás dice el nombre completo ni otra pista de su identidad pero a la que siempre se refiere como mujer (por lo que debo descartar que sea abreviatura de Terenciano, Terencio o Teremun y apostar por Tereciela, Terentia o el más probable Teresa), estaba escrito inicialmente en inglés, escribe Mario Loppo. Del original, sin embargo, no quedan más que tres versos, el segundo, el octavo y el último, porque Loppo, inexplicablemente, lo tradujo al castellano (y esta es la versión que publicaré aquí, la que contiene, en líneas de prosa, el original de Loppo antes referido) y solo copió, al lado del verso correspondiente traducido, y entre paréntesis, los tres versos señalados.

Por ser un soneto escrito originalmente en inglés, y al no contar más que con su versión en castellano, que presenta tres serventesios de rimas diferentes más un dístico final, he optado también por esta disposición aquí. También reproduzco al final los tres versos conservados del texto inglés perdido:

Entre los setos brilla una estrella,
se ha posado sobre tu tortuga[1].
Mi luciérnaga la hace tan bella
junto a los brezos y el rio Muga…

Como luz y sombra se emparejan,
tu galápago con mi luciérnaga.
Como faro con concha se alejan,
del cauce roto y la oscura ciénaga[2].

De luz cubre tan gran envoltura
el bichito a su elegante amigo,
que de magia, adorna  su figura.
Verlos andar, la luna, es testigo.

Poesías, fábulas, y otros caprichos,
es tu clase, un verso, y otros dichos[3].

“Tere”



[1] and her light has landed on your turtle.
[2] from the broken river and the dark swamp.
[3] is your room, some clear lines, and other words. No entiendo la traducción de room por “clase”, salvo por necesidades métricas. Sea cual sea el motivo, la traición al original, es bien sabido, constituye un problema frecuente de las traducciones, al que no escapó tampoco Mario Loppo.

martes, 18 de septiembre de 2012

Tigre cautivo


Curiosamente, este país en el que tanta gente se declara antimonárquica, presta una atención formidable a todo lo que tiene que ver con la Familia Real. Está bien que de alguna parte de ella se ocupe la Justicia, las revistas del corazón o la prensa deportiva, pero no veo tan necesario iniciar un debate nacional cada vez que Don Juan Carlos se pronuncia.
Voy al grano (se hace tarde y Andrei, que es un impenitente madridista me apremia, cierto que sin mucha convicción, a que preste atención al debut del Madrid en la Champions). Todo viene hoy a propósito de un breve mensaje que el monarca de todas algunas de las Españas ha dado a conocer por medio de la página web de la Casa Real, y que reproduzco aquí:

No soy el primero y con seguridad no seré el último entre los españoles que piensa que en la difícil coyuntura económica, política y también social que atravesamos es imprescindible que interioricemos dos cosas fundamentales.
La primera es que solo superaremos  las dificultades actuales actuando unidos, caminando juntos, aunando nuestras voces, remando a la vez. Estamos en un momento decisivo para el futuro de Europa y de España y para asegurar o arruinar el bienestar que tanto nos ha costado alcanzar. En estas circunstancias, lo peor que podemos hacer es dividir fuerzas, alentar disensiones, perseguir quimeras, ahondar heridas. No son estos tiempos buenos para escudriñar en las esencias ni para debatir si son galgos o podencos quienes amenazan nuestro modelo de convivencia. Son, por el contrario, los más adecuados para la acción decidida y conjunta de la sociedad, a todos los niveles, en defensa del modelo democrático y social que entre todos hemos elegido.
La segunda es que, desde la unión y la concordia, hemos de recuperar y reforzar los valores que han destacado en las mejores etapas de nuestra compleja historia y que brillaron en particular en nuestra Transición Democrática: el trabajo, el esfuerzo, el mérito, la generosidad, el diálogo, el imperativo ético, el sacrificio de los intereses particulares en aras del interés general, la renuncia a la verdad en exclusiva.
Son esos los valores de una sociedad sana y viva, la sociedad que queremos ser y en la que queremos estar para superar entre todos las dificultades que hoy vivimos.

Aunque me gustaría estar de acuerdo con Don Juan Carlos (no por afinidad de ideas ni por lealtad a la Corona sino simplemente por estar de acuerdo con algo por una vez en la vida), solo soy capaz de celebrar o desaprobar las afirmaciones que se refieren a la realidad y se expresan con la intención de evidenciar algún propósito empírico. Por la misma razón no soy capaz de manifestar tampoco mi desacuerdo. Sobre los textos literarios, me limito a analizar su estilo, sus recursos, su estructura. Y este es un texto literario, lleno de metáforas (“remando a la vez”, “son galgos o podencos quienes amenazan nuestro modelo de convivencia”), de elementos del bestiario (quimeras), de personificaciones (“una sociedad sana y viva”), y otras figuras retóricas. Así que no puedo discutirlo porque no estoy seguro de que se refiera a la realidad o al menos a nada en concreto. Sí que hay una cosa que no me veo con ánimo de dejar pasar sin comentario, y es una de las expresiones que, por lo que he visto y oído, más ha molestado a la mayoría, y me incluyo yo mismo: “lo peor que podemos hacer es [...] perseguir quimeras”. A mí, sin embargo, no me disgusta por sentirme vagamente aludido o porque sienta que mis aspiraciones se vean menospreciadas. Me molesta por un añadido posterior del mismo mensaje del Rey: “hemos de recuperar y reforzar los valores que han destacado en las mejores etapas de nuestra compleja historia”. Presumo que el Rey, cuando se refiere a “las mejores etapas de nuestra compleja historia” piensa que una de las más gloriosas habrá sido la conquista de América. Pues bien, no quiero dejar de nombrar, solo nombrar, algunas de las quimeras que la hicieron posible: Amazonas, California, Isla de Mujeres, Patagonia, nombres provenientes de la toponimia imaginaria de los libros de caballerías, por no hablar de la búsqueda de El Dorado y de las Siete Ciudades de Cíbola.
Dejemos las quimeras seguir su curso. Siempre serán preferibles al tigre enjaulado en que se ha convertido cada ciudadano, tanto el catalán como el manchego, como en el célebre dístico de Pere Quart:

TIGRE CAPTIU

¿Les fuetades t'han ratllat la pell,
o potser l'ombra de la reixa?

domingo, 16 de septiembre de 2012

Como la calle antes del crimen


Vuelvo, tras la dilatada ausencia veraniega, y hallo que, desde lejos, todo parece menos importante. Vuelvo, en el fondo, de volver, pues siempre estoy llegando, y como la saeta eleática, no acabo nunca de llegar o es que no busco donde tengo que buscar o peor aun, que ni siquiera he salido.

En fin, en fin, tras tanto andar muriendo,
tras tanto varïar vida y destino,
tras tanto de uno en otro desatino,
pensar todo apretar, nada cogiendo;
tras tanto acá y allá, yendo y viniendo
cual sin aliento, inútil peregrino;
¡oh Dios!, tras tanto error del buen camino
yo mismo de mi mal ministro siendo,
hallo, en fin, que ser muerto en la memoria
del mundo es lo mejor que en él se asconde,
pues es la paga dél muerte y olvido

Siempre me ha conmovido y he envidiado la serenidad y la entereza del capitán Aldana; y qué mejor consejo, en muchos casos, que el que escribe en este soneto: lo mejor, la muerte y el olvido. Para muchas cosas, desde luego, sobre todo si del empeño de la memoria no se extrae ninguna enseñanza sino rencor únicamente.
No. No estoy pensando en el asunto de la tortuga de Rafael. Ni siquiera en Ana Red, cuyo recuerdo, después de tanto tiempo, ha vuelto a traer mi querido Andrei hasta estas páginas. Pienso en un país sumido en una crisis económica que amenaza llegar a la miseria, en una crisis de ideas que es ya la miseria y una crisis ética que hace pagar a los de siempre, como siempre, y exime, como siempre, a los de siempre.
Y las protestas, pese a la apariencia, son mínimas, casi inexistentes, superficiales, dispersas. Me hace pensar en el inicio del «Nocturno en que nada se oye» de Xavier Villaurrutia: “En medio de un silencio desierto como la calle antes del crimen”. Sin protestas, digo. A lo sumo pequeñas distracciones, como la tan manida manifestación del 11 de setiembre en Barcelona.
Apesta, de verdad que apesta. Que si voy, que si no voy. Que si pongo una pancarta o si pongo otra. Lo que ocurre es que muchos hablan de la independencia de Cataluña pero muy pocos creen en ella. Es solo una moneda de cambio, un instrumento de negociación. Y una manera más de engañar y entretener a los ciudadanos. En Cataluña, la culpa es de los de Madrid, que les roban. En otras partes, los catalanes son unos insolidarios y dificultan la recuperación del conjunto del Estado. Pero no se oye a nadie asumir su parte de culpa.
No pienso opinar sobre el tema de la independencia. Yo apenas tengo patria y, desde luego, por encima de la bandera, de la lengua, de la cultura, sigo los dictados de la razón. Así que inevitablemente lo que diría molestaría a unos y a otros y los pondría en una situación incómoda. Me ahorro las palabras, pues.
Lo que he hecho de menos, de todas formas, es una reflexión juiciosa sobre qué sería ese Estado catalán, fuera de las entusiastas profecías de algunos sectores proindependentistas y del almanaque postapocalíptico de los dirigentes del PP. Para empezar, parece más que razonable descartar unos Països Catalans independientes, al menos a corto y medio plazo. Tampoco, en términos económicos individuales, hay que dejarse engañar. El problema es el sistema capitalista: las clases medias trabajadoras pasarán de ser explotadas de unos “amos” a otros y el centralismo pasará de Madrid a Barcelona, y tal vez sea incluso más agresivo. En cuanto a los “peligros” anunciados por los contrarios a la independencia, tampoco son reales. Ni tanques ni exclusión europea ni una nueva sociedad monolingüe catalana. Es tarde para eso. Cuesta pensar en una Cataluña llena de sí, sitiada en su epidermis –parafraseo a Villaurrutia de nuevo–, en una isla de monólogos sin eco. La realidad es que los hablantes de castellano en Cataluña son, al menos, la mitad, si no más. Eso no se puede ignorar. ¿Exterminarlos? Ya digo, es tarde para eso, y son demasiados. ¿Convencerlos de que abandonen su lengua en favor del catalán? Todo puede ser pero no parece fácil abandonar una lengua que hablan millones de personas en favor de otra minoritaria, incluso imaginando la mejor de las situaciones económicas que la hiciesen infinitamente más prestigiosa. Lo de la economía es otro tema. Ya lo decía antes, el problema es el sistema, la mayor fuente de injusticias. Las amenazas de que Cataluña perdería el mercado español ante un eventual bloqueo son ridículas. La gente compra mayoritariamente en función de sus posibilidades y de la relación entre calidad y precio. Si Cataluña ofrece productos competitivos en este sentido, tendrá mercado. Y lo tendrá en España y en otros lugares. El problema es que lo perderá también, pero no a causa de ese hipotético bloqueo sino por la competencia de los chinos.
Lo más sensato sería dejarse de tantas mamarrachadas y ponerse a trabajar de verdad. Y a pensar. Unos y otros. ¡Huy! ¡Pero qué he dicho! ¡Yo que me había prometido no molestar a nadie ni pedir cosas difíciles!