miércoles, 24 de abril de 2013

El soneto sobre el soneto (II)


Al conocido soneto de Lope «Un soneto me manda hacer Violante», sobre el que volveré en entradas posteriores, preceden otros en el tiempo, como decía en la anterior entrada dedicada al «Soneto sobre el soneto». Entre ellos, suelen citarse especialmente dos, uno de Diego Hurtado de Mendoza y otro de Baltasar del Alcázar.

El soneto de Lope guarda claras semejanzas con el de Diego Hurtado de Mendoza. Si Chacón, el personaje de Lope en La niña de plata, simulaba satisfacer la petición de Violante, Hurtado de Mendoza ofrece, también fingidamente, su soneto a la “Reina”. No se trata, sin embargo, más que de una excusa para construir un soneto, como en el caso de Lope, que explica la sucesión de sus versos su propia elaboración:

Pedís, Reina, un soneto; ya le hago:
ya el primer verso y el segundo es hecho;
si el tercero me sale de provecho
con otro verso el un cuarteto os pago.

Si llego al quinto; ¡España! ¡Santiago!
¡Fuera!, que entro en el sexto. ¡Sus, buen pecho!
Si del séptimo salgo, gran derecho
tengo a salir con vida deste trago.

Ya tenemos a un cabo los cuartetos;           
¿qué me decís, señora? ¿no ando bravo?
Mas sabe Dios si temo los tercetos.

Y si con bien este soneto acabo,
nunca en toda mi vida más sonetos,
¡ya deste, gloria a Dios, he visto el cabo!

Entre otras analogías, puede observarse, por ejemplo, que la salvación ante el reto llega en un momento similar. Así, en los versos 7-8 escribe Lope: “mas si me veo en el primer terceto, / no hay cosa en los cuartetos que me espante” y Hurtado de Mendoza, también en los dos versos finales del segundo cuarteto, había escrito “Si del séptimo salgo, gran derecho / tengo a salir con vida deste trago.”

El soneto de Baltasar del Alcázar parte también de un pretexto de encomienda, a instancias de “Inés” en este caso (otra ficción: “Inés” aparece en otros poemas satírico-burlescos del autor). Durante su desarrollo hace también referencia a la construcción del soneto, pero su gracia está en que la promesa de revelación del “secreto” anunciado en el primer verso y reiterada en el quinto nunca se produce. El poeta hace gala, pues, de la ardua habilidad de no decir nada, tan cultivada a lo largo de los siglos por innumerables profesionales de la literatura (cierto que no siempre de forma voluntaria y consciente):

Yo acuerdo revelaros un secreto
en un soneto, Inés, bella enemiga;
mas, por buen orden que yo en éste siga,
no podrá ser en el primer cuarteto.

Venidos al segundo, yo os prometo
que no se ha de pasar sin que os lo diga;
mas estoy hecho, Inés, una hormiga,
que van fuera ocho versos del soneto.

Pues ved, Inés, qué ordena el duro hado,
que teniendo el soneto ya en la boca
y el orden de decillo ya estudiado,

conté los versos todos y he hallado
que, por la cuenta que a un soneto toca,
ya este soneto, Inés, es acabado.

En este caso, las semejanzas con el soneto de Lope, que sigue más el modelo de Hurtado de Mendoza que el de Baltasar del Alcázar, se manifiestan especialmente en el terceto, donde Lope escribía “Ya estoy en el segundo, y aun sospecho / que voy los trece versos acabando; / contad si son catorce, y está hecho.”

No hay comentarios: