Curiosamente, este país en el que tanta
gente se declara antimonárquica, presta una atención formidable a todo lo que
tiene que ver con la Familia Real. Está bien que de alguna parte de ella se
ocupe la Justicia, las revistas del corazón o la prensa deportiva, pero no veo
tan necesario iniciar un debate nacional cada vez que Don Juan Carlos se
pronuncia.
Voy al grano (se hace tarde y Andrei,
que es un impenitente madridista me apremia, cierto que sin mucha convicción, a
que preste atención al debut del Madrid en la Champions). Todo viene hoy a
propósito de un breve mensaje que el monarca de todas algunas de las
Españas ha dado a conocer por medio de la página web de la Casa Real, y que
reproduzco aquí:
No soy el
primero y con seguridad no seré el último entre los españoles que piensa que en
la difícil coyuntura económica, política y también social que atravesamos es
imprescindible que interioricemos dos cosas fundamentales.
La primera es
que solo superaremos las dificultades
actuales actuando unidos, caminando juntos, aunando nuestras voces, remando a
la vez. Estamos en un momento decisivo para el futuro de Europa y de España y
para asegurar o arruinar el bienestar que tanto nos ha costado alcanzar. En
estas circunstancias, lo peor que podemos hacer es dividir fuerzas, alentar
disensiones, perseguir quimeras, ahondar heridas. No son estos tiempos buenos
para escudriñar en las esencias ni para debatir si son galgos o podencos
quienes amenazan nuestro modelo de convivencia. Son, por el contrario, los más
adecuados para la acción decidida y conjunta de la sociedad, a todos los
niveles, en defensa del modelo democrático y social que entre todos hemos
elegido.
La segunda es
que, desde la unión y la concordia, hemos de recuperar y reforzar los valores
que han destacado en las mejores etapas de nuestra compleja historia y que
brillaron en particular en nuestra Transición Democrática: el trabajo, el
esfuerzo, el mérito, la generosidad, el diálogo, el imperativo ético, el
sacrificio de los intereses particulares en aras del interés general, la renuncia
a la verdad en exclusiva.
Son esos los
valores de una sociedad sana y viva, la sociedad que queremos ser y en la que
queremos estar para superar entre todos las dificultades que hoy vivimos.
Fuente: http://www.lavanguardia.com/
Aunque me gustaría estar de acuerdo con
Don Juan Carlos (no por afinidad de ideas ni por lealtad a la Corona sino
simplemente por estar de acuerdo con algo por una vez en la vida), solo soy
capaz de celebrar o desaprobar las afirmaciones que se refieren a la realidad y
se expresan con la intención de evidenciar algún propósito empírico. Por la misma
razón no soy capaz de manifestar tampoco mi desacuerdo. Sobre los textos
literarios, me limito a analizar su estilo, sus recursos, su estructura. Y este
es un texto literario, lleno de metáforas (“remando a la vez”, “son galgos o
podencos quienes amenazan nuestro modelo de convivencia”), de elementos del bestiario
(quimeras), de personificaciones (“una sociedad sana y viva”), y otras figuras
retóricas. Así que no puedo discutirlo porque no estoy seguro de que se refiera
a la realidad o al menos a nada en concreto. Sí que hay una cosa que no me veo
con ánimo de dejar pasar sin comentario, y es una de las expresiones que, por
lo que he visto y oído, más ha molestado a la mayoría, y me incluyo yo mismo: “lo
peor que podemos hacer es [...] perseguir quimeras”. A mí, sin embargo, no me disgusta
por sentirme vagamente aludido o porque sienta que mis aspiraciones se vean
menospreciadas. Me molesta por un añadido posterior del mismo mensaje del Rey: “hemos
de recuperar y reforzar los valores que han destacado en las mejores etapas de
nuestra compleja historia”. Presumo que el Rey, cuando se refiere a “las
mejores etapas de nuestra compleja historia” piensa que una de las más
gloriosas habrá sido la conquista de América. Pues bien, no quiero dejar de nombrar,
solo nombrar, algunas de las quimeras que la hicieron posible: Amazonas,
California, Isla de Mujeres, Patagonia, nombres provenientes de la
toponimia imaginaria de los libros de caballerías, por no hablar de la búsqueda
de El Dorado y de las Siete Ciudades de Cíbola.
Dejemos las quimeras seguir su curso.
Siempre serán preferibles al tigre enjaulado en que se ha convertido cada
ciudadano, tanto el catalán como el manchego, como en el célebre dístico de Pere Quart:
TIGRE CAPTIU
¿Les fuetades t'han ratllat la pell,
o potser l'ombra de la reixa?
1 comentario:
Que bien habla (escribe) un catalán de Madrid. ¡Cuanto sabes de literaruta y de comentarios de texto!
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