Me entero, con una mezcla de
asombro y de espanto, de que el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) ha
citado a Santiago Vidal, magistrado de la Audiencia Provincial de Barcelona, para
que declare acerca de su participación en la redacción de una constitución de
una futura Cataluña independiente. El magistrado tendrá que explicar si pidió
permiso a sus superiores para su participación en el proyecto, aunque Santiago
Vidal ya ha manifestado que el texto de esa constitución no responde a la «petición
oficial de nadie».
Entiendo que la actuación del magistrado y su postura
pública en relación a las ambiciones independentistas de Cataluña puedan causar
cierto escándalo entre algunos sectores. Esas mismas facciones se santiguarían que
las leyes y las libertades de las que quieren apropiarse en exclusiva existen,
sí, pese a ellos, pero que por mucho que intenten manipularlas en su beneficio
se escribieron precisamente contra los de su clase. Pero la necesidad personal
de persignarse no puede llevar a una actuación disciplinaria contra ese acto de
libertinaje que debe de ser, sin duda, el acto de redactar.
Porque no nos engañemos, ¿qué pretende enjuiciarse?
Seguramente la participación del gobierno de la Generalitat en la supuesta
organización de una asamblea constituyente, pero lo cierto es que mientras
Cataluña no sea independiente una hipotética constitución no tendría ningún
valor jurídico. ¿Tengo que pensar entonces que lo que se evalúa es la
intención, el deseo? Si fuera así, el CGPJ está extendiendo sus competencias a
la teología. ¿Y si lo que se juzga es el mero acto de redactar? Ahora es una
constitución de momento inaplicable, ¿será mañana la ficción de un relato
policial?
Por si acaso, y porque las consecuencias me parecen tan
terribles como divertidas, yo también he empezado a redactar una constitución
personal. Disculpen los posibles errores fruto la precipitación y tengan en
cuenta que aunque solo es un borrador mi deseo y mi intención de declararme
independiente es firme:
1. El Estado soy Yo.
2. El territorio de Yo me es
indiferente, ocupo muy poco, pero no se amontonen, que no me dejan respirar.
3. Mi lengua es como me dé
la gana hablar. Algunos lingüistas han encontrado semejanzas con el estándar viperina mediterránea, así que jódanse.
4. No tengo nada en contra
de las confesiones religiosas de los demás, pero háganme el favor de confesarse
con su santa madre, que yo ya tengo bastante con lo mío.
5. No me opongo a la
inmigración, pero como será difícil que dos cuerpos ocupen el mismo espacio al
mismo tiempo, he cerrado las fronteras.
6. Establezco la libre
asociación o acoplamiento de Estados con el propio, en cambio, a poder ser no
mayores de pongamos treinta años.
7. ¿Quieren que siga?
Ahora, señores del CGPJ,
cítenme a declarar, y verán...
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