Si hay una cosa que puede hacer
que me interese por una obra literaria, además de la pura belleza estética –operación
de la inteligencia, salvo en la fábula del Burro y la Flauta–, es su grandeza
ética –producto también de la inteligencia, como lo es también la perversidad,
con la salvedad en ambos casos, de la mayoría de los actos humanos, que se
deben a la pura estupidez. Es el caso de Czesław Miłosz, del que solo puedo
juzgar la ética, ya que desconozco minuciosamente el polaco.
Me ahorraré las noticias
biográficas, así como los comentarios generales sobre su obra, que pueden
encontrarse con facilidad, dado el reciente y creciente interés por la
literatura en lengua polaca (Miłosz, quiero solo recordar, era en realidad
lituano, pero de una familia de lengua polaca, y murió en Polonia, en Cracovia,
patria, por cierto, de la señora Bor, de quien he escrito en otras ocasiones).
Me limito únicamente a reproducir algunos fragmentos del que es tal vez su
poema más conocido, Hijo de Europa.
El poema, dividido en varios
números o secciones está escrito bajo el recuerdo cercano de la última guerra
mundial, que Miłosz vivió en Varsovia, y dominado por un doloroso sarcasmo contra
las actitudes que llevaron a la guerra, contra sus actores y sus cómplices,
podría decirse que contra la especie humana en general. La traducción es de
Xavier Farré, nacido en L’Espluga de Francolí (Tarragona) y prácticamente reusense
de adopción:
HIJO
DE EUROPA
1
[...]
Nos salvamos gracias a la
astucia y al conocimiento,
enviando a los otros a lugares
más peligrosos,
azuzándolos con gritos para la
batalla,
retirándonos cuando preveíamos
que todo estaba perdido.
[…]
4
[...]
Que la mentira sea más lógica
que los acontecimientos,
para que los cansados del viaje
encuentren reposo en ella.
[...]
5
[...]
La voz de la pasión es mejor
que la voz del entendimiento,
puesto que los impasibles no
pueden cambiar la historia.
6
No ames ningún país, los países
fácilmente desaparecen.
No ames ninguna ciudad:
fácilmente caen en ruinas.
[...]
7
Quien habla de la historia está
siempre seguro,
en su contra no se levantarán
los muertos.
Puedes atribuirles los hechos
que desees,
su respuesta siempre será el
silencio.
De las profundidades de la
noche emerge una cara vacía.
Le darás los rasgos que te sean
necesarios.
Orgulloso de tu poder sobre las
personas muertas hace tiempo
cambia el pasado a tu propia,
mejor, semejanza.
Nueva York, 1946
Más de sesenta años después de
este texto, su hiriente ironía parece no haber caducado. La mentira sigue
siendo más lógica que los acontecimientos, porque los acontecimientos no tienen
un propósito y la primera sí, y de él se extrae un beneficio. Los que incitan
al cambio siguen acudiendo a las pasiones de la gente, habitualmente a las más
indignas, como el deseo personal de ser más poderoso económicamente, de
convivir solo con los iguales de uno, con los que aplaudirán siempre nuestros
actos, los mismos actos que tal vez nos convertirán en todo aquello que
despreciamos de los demás. Las bajas pasiones, no las altas razones, siguen
cambiando la historia.
La historia, sobre todo la
historia. Todos los autoritarismos, todos los regeneracionismos, todos los
nacionalismos la manipulan por igual. Así, los que son héroes para algunos, son
villanos para otros. La mayoría, sin embargo, desde un punto de vista más
objetivo, fueron todos villanos: empuñaron un arma o lo que es peor, instaron a
otros a empuñarla.
Los verdaderos héroes, en
cambio, nunca son recordados, no se conoce sus nombres. Solo, alguna vez, se
alude a ellos vagamente con indiferencia o con desprecio por sus actos atroces
(no documentados): razonar, no mentir, no ceder ante las falsificaciones ni los
intereses de los gobiernos incluso de los mal llamados democráticos (porque la
idea de la democracia se ha pervertido tanto que ya no es una idea sino una más
de las pasiones a las que antes me refería), no matar y no inducir a ello.
2 comentarios:
Distingit senyor Proyecto, no he entès un borrall, però intueixo molta profunditat en el seu comentari. Moltes felicitats.
Benvolgut senyor Strike, el senyor Proyecto no pot contestar ara mateix, però li agraeix les seves visites al bloc i els seus comentaris.
Pel que fa a la profunditat del text, cas que realment tingui aquesta característica, es deu a les ensenyances del senyor Diògenes, que com és sabut vivia en un barril. Com que no disposo de barril, jo acostumo a escriure en el buit de l'escala de l'edifici d'apartaments on visc. Això explica la profunditat i, si vostè vol, l'obscuritat del que escric, perquè l'única bombeta del vestíbul s'ha fos.
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