Anteriormente habían sido publicados aquí los tres primeros sonetos de
esta serie: la inicial “Elegía a una tortuga de tierra” («Tan solo ayer rozabas
la maleza»), de Rafael, el soneto de Mario Loppo «Me sale qué sé yo como del
pecho» y, finalmente, la contrarréplica de Rafael, «Mario, tu pretensión de dar
consuelo», que contenía ese dístico que no deja de perturbarme:
como una margarita se despoja
del sí y el no del pobre amante lelo
Corresponde ahora, por tanto, la respuesta del doctor Loppo, un soneto,
de nuevo, que formalmente sigue casi exactamente el conocido «Cerrar podrá mis
ojos la postrera...» de Quevedo, aunque la naturaleza cacofónica de sus rimas
(-echo, -ugas, -ucha, -icha), su léxico y, me temo, su intención, lo alejan
considerablemente del tono elegíaco del modelo.
El texto, por otra parte, presenta alguna curiosidad (de nuevo pido
disculpas por mi lenguaje poco especializado) en cuanto a su contenido, sobre
todo por las referencias musicales (Johann Sebastian Bach y Franz Schubert) y
de la filosofía antigua (Zenón). Entiendo que la alusión a Bach y a sus
preludios y fugas (verso segundo) está motivada por el mosaico de pentágonos
que se dibuja en la concha de muchas tortugas. De ahí también, muy
probablemente, la carrera infinita de Aquiles y la tortuga en la célebre
paradoja de Zenón. En cuanto a la de Schubert, aunque intuyo interpretaciones
más complejas y elaboradas, me inclino por una más superficial, la simple
asociación con otro “bicho”, en este caso la trucha de su quinteto en la mayor,
D. 667.
En cualquier caso, rechazo la tentación de seguir haciendo más
conjeturas tal vez completamente desacertadas, y reproduzco el soneto de Mario
Loppo:
Callar podrá tus labios el deshecho
orden de los preludios y las fugas
y podrá dibujarse en tus arrugas
el cansancio del tiempo, y con derecho.
Mas no de tu recuerdo un contrahecho
emblema quedará. Sol de tortugas:
labrar sabe mi verso tus lechugas
y no trocar tu concha en berberecho.
Bicho, en cuyo esqueleto aún Bach se escucha,
concha que fue de Aquiles tan mal dicha,
urna inicial, que Franz cambió por trucha.
Su tono dejará, no su desdicha;
será injuriada, mas por justa lucha,
“Trucha”
se llamará, mas fue antes bicha.
2 comentarios:
Die pobre Forelle, nadando despreocupadamente por el río cristalino, fue atrapada por un pescador astuto, que cansado de esperar con su caña al acecho, decidió enturbiar las aguas para que la trucha picara el anzuelo. Si de nuevo consigo visitar el Paraíso (querido Rafael puedes venir conmigo; no sufras por tus malos pensamientos,palabras y obras. Como sólo vas a estar de paso, te dejarán entrar), quizás me encuentre con Ramón ( tu tortuga se llamaba sí, ¿no?)con die Forelle, con Shubert, con Quevedo..., Bueno, al género humano es más frecuente encontrarlo en el Purgatorio.
Gracias, amable Blancaneus, por la invitación. Acudiría con entusiasmo a tu paraíso para reencontrar a mis difuntas tortuguitas. Ellas - pobrecitas - no me reconocerían, dado que el cerebro reptil es sumamente limitado en elaboración de percepciones y procesos de memoria, aunque evolutivamente superior al cerebro de algunas destacadas figuras públicas del ámbito mediático y político.
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