viernes, 13 de julio de 2012

Hoy como ayer, mañana como hoy

"Hoy como ayer, mañana como hoy", comenzaba diciendo aquella Rima LVI de Bécquer, que después de la revolución dejó de aparecer en sucesivas ediciones. Pero claro, es que las cosas han cambiado mucho desde entonces.

Todo iba más o menos bien en la FRBB (la Falsa República de Banana Beach) hasta aquel día. Y digo más o menos bien porque sí, el país iba camino de los seis millones de parados, los funcionarios se habían quedado sin paga extra, les habían rebajado el sueldo, trabajaban más, mucha gente tenía que decidir entre comer o medicarse, las clases ahora se hacían en las antiguas granjas de pollos, una vez que estos habían desaparecido a causa de la hambruna (las de cerdos, de momento, estaban blindadas contra cualquier amenaza externa, porque las sociedades de estas granjas tenían todas la sede en Suiza), hasta las corridas de toros se habían suprimido en todo el país (con el consiguiente enfado de las asociaciones antitaurinas, ya que la causa era no la piedad hacia los pobres animales sino la extinción de los mismos por la misma causa que acabó con los pollos), y había otros muchos problemas que no cuento por no hacerme prolijo y cansino y porque todo el mundo los conocía de sobra en la FRBB. A pesar de todo, las cosas no estaban tan mal, porque los ciudadanos de la FRBB siempre habían sido, desde tiempos inmemoriales, bastante sufridos.

La cosa cambió radicalmente después de aquella sesión parlamentaria en que la diputada Andrea F., del partido gobernante, tras la aprobación de una serie de medidas que liquidaban las débiles esperanzas de supervivencia de una gran parte de los ciudadanos, había sido sorprendida gritando "¡Que se jodan! ¡Que se jodan!". La interpretación inmediata fue que el exabrupto iba dirigido a los parados, con la pronta indignación de amplios sectores parlamentarios y sociales. El partido gobernante, el conocido PP (Partido Prepotente), tranquilizó los ánimos con facilidad, asegurando que las palabras citadas no iban dirigidas a los parados sino al principal partido de la oposición, el PSOE (Partido Solo de Oposición Estética), cosa que, al parecer, era menos grave, pues así se entendía en la FRBB, que si uno estaba en la oposición era para eso, para joderse, y que no merecía ningún respeto.

Lo malo fue que las explicaciones del PP no acabaron de convencer a los ciudadanos de la FRBB (tal vez sí a los votantes, porque en la FRBB, ciudadanos y votantes eran cosas muy distintas, como bien demostraba el hecho de que casi ningún ciudadano admitiese jamás haber votado al partido gobernante, fuese el que fuese, cuando las cosas iban mal, y por tanto los votantes tenían que ser necesariamente otros). Como consecuencia de la desconfianza, comenzaron a correr multitud de rumores, algunos con fundamento, otros no tanto. De entre todos ellos, hubo dos especialmente graves. Uno fue que la diputada Andrea F. no había dicho exactamente "¡Que se jodan!", sino "¡Kitty Hodan!", el nombre de una amiga suya de la infancia. Resultó que, con el tiempo, la tal Kitty Hodan, se había adherido a una ideología totalmente contraria a la de la diputada Andrea F. y se había hecho activista. Los activistas eran peligrosos, porque tenían actividad, y eso iba en contra de los intereses del Gobierno, fuese del partido que fuese, que siempre pretendía la inmovilidad. El otro rumor, aún peor, tanto que acabó provocando el fin del Régimen, fue que la diputada tenía alojada en el cerebro una bola de mierda, causada por consumo continuado de caviarpericón y cocamisqui, dos sustancias prohibidas (aunque de uso muy extendido entre la clase política de la FRBB).

Así fue que empezó la revolución en la FRBB, y que las cosas comenzaron a ir un poco mejor. Lástima, eso sí, que total, solo porque una diputada tenía en el cerebro una bola de mierda, como si fuese algo tan raro.

3 comentarios:

Blancaneus dijo...

Querido Rafael Fabregat Rodriguez (antes sólo Rafael), me gustaría hacerte una pregunta: si A es Ramón Sanz, y B es Rafael (el de los sonetos), y, A y B son idénticos, ¿A y B son el mismo sujeto?.
Y además me llama la atención el nombre de la tortuga. De momento el personaje real (Ramón Sanz) y ¿el imaginario? (la tortuga) sólo comparten, que nosotros los sufridores lectores sepamos, el nombre y el hecho de que ambos conocen o conocieron a Mario Loppo. Tratándose de literatura, no sé si Rafael se atreverá con la figura literaria de la animalización ( sin ánimos de querer ofender a nadie).

aficionada als cursets dijo...

Cualquier cosa puede hacer saltar la chispa, cuando llega el momento oportuno, y mira por dónde, sucedió que una de las bolas cayó en la cesta. Ojalá les vaya bien a los de la FRBB con su revolución.

Por cierto, la colocación del comentario anterior en esta entrada, debe ser un lapsus involuntario, ¿no?

Blancaneus dijo...

Totalmente involuntario