La verdad es que estaba todo un poco
oscuro. Luego Ramón me preguntó que quién, y yo que sí, y que de algunos ya no
sé, pero que importa que muchos, y que bien. De lo que dijo el profesor aquel
tan majo ya casi no me acuerdo, dijo algo
de forma, de tensión y significa
y de presentimientos ejemplares,
siempre siguiendo ritmos regulares
que –dice el profesor– siempre fabrica,
minucioso juglar, de mica en mica,
ya desde aquellas horas singulares
que fueron lluvia y hoy prodigios pares...
Y así siguió hasta casi el pica-pica.
Algo
entendí también de paradojas, y de ironía hermética, de todo lo demás no
acierto el nombre. Después de la lección vino la práctica, en forma de lectura,
mas tengo que advertir
que antes que el verso fue el reverso.
Aclaro:
el vate hizo inicial, mas con juicio
(y dejó la dicción al don preclaro
de una voz femenina y con oficio),
la aclaración primera, aunque fue raro,
y la lectora confirmó el indicio.
No
apareció –y creo que muchos ya lo sospechaban– el doctor Màrius Llop, aunque se
habló profusamente de él. Una apasionada lectora de poesía, me comentó el
propio Ramón Sanz, se sintió doblemente apenada en relación a tan formidable,
descomunal, inmoderada ausencia. No me decido a explicarlo, por temor a
suprimir o añadir nada a la realidad, y prefiero solo transcribir la breve
conversación. Por la misma razón, me excluyo totalmente como narrador:
[La
escena se desarrolla en la mesa donde la presentación acaba de tener lugar y
donde el autor atiende por turno a diversos lectores y amigos que se han
acercado a saludarlo. La primera persona en acceder al autor, que en este
momento no es autor sino actor, si es que no lo es siempre, es la apasionada
lectora]
LA APASIONADA LECTORA: Me ha gustado
muchísimo, y ya ves, ya he comprado el libro y vengo a que me lo firmes. Pero qué
lástima, ¿no?
EL AUTOR: ¿Lástima de qué?
LA APASIONADA LECTORA: Del pobre doctor,
claro. Entonces, ¿se quemó? Pero suerte que te dio a ti los poemas.
EL AUTOR
[Descolocado, intenta seguir la
broma]: Ah...sí...
LA APASIONADA LECTORA: Pero de todas
formas, tú los has corregido mucho, o has añadido, porque hay mucho, mucho de
ti en este, ¿eh?
EL AUTOR: Es difícil de explicar. Desde
cierto punto de vista, no he corregido nada, pero...
LA APASIONADA LECTORA: ¡Espera! ¡No me
digas! ¿El doctor...?
EL AUTOR: Exacto, pero no te preocupes,
hoy no vendrá.
Ruido
de copas entrechocando, abandonos discretos y aislados que rehúyen el más
mínimo intercambio de palabras y aun de miradas, conversaciones animadas al
fondo de la sala, que van dando paso poco a poco a calurosas despedidas... y en
el aire un olor ligero de delgados aromas femeninos mezclado con –sé bien que
no tiene sentido– otro más intenso como de neumáticos quemados y metales
limados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario