domingo, 31 de enero de 2010

La "caza del tesoro"

Entre las muchas tonterías que los nuevos pedagogos sumados a los fanáticos de las nuevas tecnologías (pero nada es nuevo, dice Platón, sólo hemos olvidado que ya hicimos el idiota en otro tiempo) proponen para que el aprendizaje de nuestros alumnos sea más divertido (como si hicieran otra cosa que divertirse), se encuentra esas cosas que suelen llamarse "cazas del tesoro".
Sirven para bien poco. El profesor trabaja mucho preparando la actividad. El alumno, casi nada. Lo tiene casi todo hecho. Las preguntas (al alumno ya no se le enseña a hacerse preguntas él mismo) y el sitio donde encontrar las respuestas. El único esfuerzo que se le pide al alumno es mover el ratón, leer un poquito, y copiar y pegar. Aún así, nadie piense en un cien por cien de trabajos realizados, de "cazas del tesoro" resueltas. Ni de muy lejos. Y es que quienes diseñan los planes y estrategias de educación de nuestros días, demasiado ingenuos (nótese el absoluto dominio del eufemismo que demuestra el autor de estas líneas), parecen no entender que el esfuerzo es directamente proporcional a la exigencia, y lo que exigimos es casi nada. ¡Uy, perdón!, he dicho exigencia y esfuerzo, esas bellas palabras, proscritas hoy día.
Bueno, a lo que iba, aquí va un ejemplo de caza del tesoro. Jugad, niños:

El paraíso imperfecto. La vida y la obra de Mario Loppo

No hay comentarios: