sábado, 23 de enero de 2010

Un poema de La lluvia en los relojes (2003).


Hay un morir que no se llama muerte


Del pájaro negado por el aire,
hay un volar que no llamamos tiempo.
Hay un morir que no se llama muerte
y, como no hay palabras, es perfecto.

Todo es mentira, en cuanto se declara.
No quedan más que este dolor sin nombre
y esta luz en difícil vuelo oscuro
y este hueco de olvido, pulso agónico
de insólito silencio, porque se oye.

Si todo es noche ya, qué alumbra el verso.
Su luz gramática no tiene espacio.
La claridad del fuego no es la llama.
Un nombre no es un signo de cordura
ni de emoción. Como el frío cristal,
ni conoce el dolor, nombre sin cosa.
Fuera del aire, el pájaro, o su signo
- hipótesis verbal, animal mínimo -,
ya sólo es cierto en la quietud, el propio
laberinto de líneas acabadas,
trama de sílabas en que lo apresa
la mano en tiempo y en espacio y muerte.

En su día, el lúcido poeta J. Jorge Sánchez tuvo la amabilidad de prestar su atención a este texto. Aquí dejo el enlace: Un poema de Ramón Sanz

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