sábado, 12 de octubre de 2013

Cotidiano, excepcional


Aunque no llegaré a condenar sin más, solo por seguir el ridículo dictado de las modas, la poesía de la dificultad, de la torsión semántica, del extremo elitista, prefiero siempre los pequeños prodigios de la cotidianeidad, el imprevisto asombro de lo doméstico.

El porteño Ricardo Costa, que desde hace muchos años vive en Neuquén, coincide también con esta preferencia por la humildad. Su poesía, sin encender los fuegos de artificio del lenguaje retórico, alcanza su designio de precisión y emociona no por la cantidad sino por la intensidad de su extrema transparencia.

Dejo aquí dos ejemplos de esta poesía tan esencial como conmovedora a un mismo tiempo:

Puntos de vista

La forma más sencilla de celebrar una fundación
es marcar un punto junto al vacío.
Un punto es una partícula del todo imponiéndose
sobre la nada.
Un punto establece el origen de todas las formas
que caben en el universo, y el universo se mueve
sobre una sucesión de puntos encadenados
en el espacio.
Sobre uno de estos puntos estamos nosotros.
Abrazándonos y girando en un vacío que nos mantiene
flotando sobre un silencio absoluto.
Pero lo mejor de esto no es el silencio ni lo absoluto.
Lo mejor de esto es que nadie sabe que flotamos
porque obedecemos una ley fundamental.
Creo que ese es el punto: flotar abrazados a la idea de la nada
mientras los cuerpos se mueven y la fundación se convierte
en un acto de amor junto al vacío.


Clima

Nos comportamos según el tiempo.
Ayer, los vientos moderados de superficie
nos mantuvieron alertas respecto a posibles
cambios de temperatura.
Mi vecino cortó leña de más toda la tarde
y yo lamenté estar solo en un momento
como este.
Hoy la situación es la misma y el leñador
ha comprobado que el calor hace humo
todo el trabajo de una tarde.
Pero a él no le importa porque su mujer
ha puesto a secar ropa junto al fuego
y ha freído unos bocaditos de manzana.
La dicha y la soledad se comportan de igual manera:
hay que trabajar duro para que la confianza de uno
se quede ahí y no se apague.
El humo siempre terminará por hacer su trabajo:
doblarse para que el viento tenga un gesto de piedad
para los que estamos solos.
Así la dicha se anuncia según el tiempo.
Escapa por los hogares y vuela en pedazos por el aire
hasta dejar en el ambiente una extraña sensación
de frío y un ligero aroma a frituras

[Ambos textos del libro Veda negra. Obtenidos de la página del autor: http://www.ricardocosta.com.ar/index.html]


Foto: www.poesiaenvertical.blogspot.com


Andrei Distrievich

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