Aunque no llegaré a condenar
sin más, solo por seguir el ridículo dictado de las modas, la poesía de la
dificultad, de la torsión semántica, del extremo elitista, prefiero siempre los
pequeños prodigios de la cotidianeidad, el imprevisto asombro de lo doméstico.
El porteño Ricardo Costa,
que desde hace muchos años vive en Neuquén, coincide también con esta
preferencia por la humildad. Su poesía, sin encender los fuegos de artificio
del lenguaje retórico, alcanza su designio de precisión y emociona no por la
cantidad sino por la intensidad de su extrema transparencia.
Dejo aquí dos ejemplos de
esta poesía tan esencial como conmovedora a un mismo tiempo:
Puntos
de vista
La forma más sencilla de
celebrar una fundación
es marcar un punto junto al
vacío.
Un punto es una partícula
del todo imponiéndose
sobre la nada.
Un punto establece el origen
de todas las formas
que caben en el universo, y
el universo se mueve
sobre una sucesión de puntos
encadenados
en el espacio.
Sobre uno de estos puntos
estamos nosotros.
Abrazándonos y girando en un
vacío que nos mantiene
flotando sobre un silencio
absoluto.
Pero lo mejor de esto no es
el silencio ni lo absoluto.
Lo mejor de esto es que
nadie sabe que flotamos
porque obedecemos una ley
fundamental.
Creo que ese es el punto:
flotar abrazados a la idea de la nada
mientras los cuerpos se
mueven y la fundación se convierte
en un acto de amor junto al
vacío.
Clima
Nos comportamos según el
tiempo.
Ayer, los vientos moderados
de superficie
nos mantuvieron alertas
respecto a posibles
cambios de temperatura.
Mi vecino cortó leña de más
toda la tarde
y yo lamenté estar solo en
un momento
como este.
Hoy la situación es la misma
y el leñador
ha comprobado que el calor
hace humo
todo el trabajo de una
tarde.
Pero a él no le importa
porque su mujer
ha puesto a secar ropa junto
al fuego
y ha freído unos bocaditos
de manzana.
La dicha y la soledad se
comportan de igual manera:
hay que trabajar duro para
que la confianza de uno
se quede ahí y no se apague.
El humo siempre terminará
por hacer su trabajo:
doblarse para que el viento
tenga un gesto de piedad
para los que estamos solos.
Así la dicha se anuncia
según el tiempo.
Escapa por los hogares y
vuela en pedazos por el aire
hasta dejar en el ambiente
una extraña sensación
de frío y un ligero aroma a
frituras
[Ambos textos del libro Veda negra. Obtenidos de la página del
autor: http://www.ricardocosta.com.ar/index.html]
Foto: www.poesiaenvertical.blogspot.com
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