martes, 19 de julio de 2011

La memoria fingida

Me refería en la entrada anterior del blog a un aspecto biográfico del soneto de Mario Loppo cuyo primer verso dice "Cesa la percepción, cesa el horario", y al que de ahora en adelante me referiré como "Epitafio", ya que no consta su título. Mi comentario se limitaba entonces a una apreciación sobre el final del soneto, la referencia personal "mi suerte", que yo interpretaba como una evidente insinuación de las circunstancias que habrían permitido, hipotéticamente, que Mario Loppo no muriese en el referido incendio del centro penitenciario o al menos no en su propia celda. Esto no agota, sin embargo, la interpretación del sentido completo del poema, que necesariamente ha de ser más amplia.
"Epitafio" combina hábilmente dos tonos y dos ámbitos de referencia, además de mostrar una progresión que va de lo concreto, aunque impersonal, a lo universal, cerrándose abruptamente con una vuelta a lo específico subjetivo. Así, el primer serventesio contiene una indirecta alusión al cuerpo sin vida hallado en su celda, según la provisional interpretación que antes he expuesto, ya incapaz de percepción sensorial. La segunda estrofa, en cambio, después de un primer verso ecuménico, en primera persona del plural (y con una rima interna herida/vida que hace el verso un poco cargante y que he de confesar que no acaba de gustarme), se personaliza enseguida con ese "desangra mi memoria igual, sin pausa". La tercera estrofa abandona lo particular. Se inicia con una sentencia ya casi conclusiva ("Detrás de un hombre hay lo que ya no es hombre") y acaba con una calculada indeterminación ("un nombre / sobre una piedra, o solo sus vestigios") que prepara la brillante conclusión de los dos versos finales:

Detrás de un muerto está toda la muerte:
alfa y omega, un dios, la paz, mi suerte.

Hay, a mi entender, un inquietante paralelismo entre algunos de los versos de este soneto, además de los que resultan evidentes a primera vista, asentados en la anáfora y en las equivalencias sintácticas. De un lado, entre el verso sexto, "desangra mi memoria igual, sin pausa", y el penúltimo, "Detrás de un muerto está toda la muerte"; de otro, entre los versos octavo y último del soneto. Esa muerte total parece un claro reflejo del olvido total que implica una memoria que se desgasta sin pausa hasta el final. La analogía entre el olvido y la muerte es ciertamente antigua, pero la personalización alegórica herida-desangra "mi memoria" hace pensar en una nueva insinuación biográfica. ¿Los indicios de una incipiente pérdida de memoria? No tengo sospechas de nada parecido. Mario Loppo tenía una memoria prodigiosa, en realidad, y aunque es cierto que los síntomas podrían presentarse de pronto y desarrollar rápidamente la enfermedad, no creo que haya sido así, por una intuición personal mía, en parte, es cierto, pero sustentada de manera más objetiva en los escritos fechados que, como dije, me envió el doctor y que no muestran ni un progresivo cambio de estilo ni signos de decadencia ni, lo que me parece determinante, ninguna otra mención del asunto. Diría que Mario Loppo más bien se refiere veladamente a una ausencia, la propia, que al olvido fortuito o patológico, a una memoria fingida de la muerte propia. Además, me parece ver un nuevo paralelismo entre otros dos versos que favorecería esta conjetura. Se trata de dos versos enumerativos, el octavo, “sin lástima, sin cólera, sin causa”, y el último del soneto, “alfa y omega, un dios, la paz, mi suerte”. Según mi hipótesis, la primera de estas dos líneas tiene que referirse a las circunstancias de la muerte del recluso hallado en la celda del doctor Loppo, a la intencionalidad del aparente asesinato. La dificultad reside en discernir si la falta de lástima, de cólera, de causa se refieren a la autoría o al hallazgo posterior por parte del mismo Loppo, quien tal vez también habría contemplado el acto, testigo a salvo de la lástima y la cólera y sorprendido a la vez por esa suerte (último verso del poema) que le habría brindado, sin causa, la oportunidad de escapar él mismo de la muerte.
Queda, con todo, una cuestión de extrema importancia por lo que se refiere al papel doblado en forma de pajarita que contenía el soneto de Màrius Llop, y es el contenido de la posdata que figura al final del mismo. En la fotografía que incluía en la entrada anterior y que vuelvo a reproducir, girada y con la evidencia de esta posdata (se puede leer perfectamente P. y parcialmente una D) marcada con un círculo, puede observarse la indicación:


Lo que no podía desvelar entonces era el texto de esa posdata, tanto por su contenido, que aún no entiendo pero cuyo misterio espero estar en condiciones de explicar en breve, como por la persona a quien va destinada. Las líneas, originalmente en catalán, que reproduzco liteteralmente y con su traducción, dicen así:

P.D. Conxita, no sé si serà això exactament el que esperaves. Jo no, per descomptat. La teva proposta era difícil. Tot ha sortit, però, com seguint un pla secret i no obstant això perfecte. Potser m'ha arribat del futur o l'increïble Apolo m'ha revelat el seu arquetip. La veritat és que tot encaixa amb una exactitud pertorbadora. És com si el sonet ja estigués escrit abans que jo, que ningú, l'escrivís, cada línia, cada moment ...
(P.D. Conchita, no sé si será esto exactamente lo que esperabas. Yo no, desde luego. Tu propuesta era difícil. Todo ha salido, sin embargo, como siguiendo un plan secreto y sin embargo perfecto. Quizá me ha llegado del futuro o el increíble Apolo me ha revelado su arquetipo. La verdad es que todo encaja con una exactitud perturbadora. Es como si el soneto ya estuviera escrito antes que yo, que nadie, lo escribiese, cada línea, cada momento ...)

Hasta ayer mismo no he sabido quién era esta Conxita. Ni siquiera estaba completamente seguro de su existencia, dada la tendencia de Mario Loppo a la fabulación y los juegos apócrifos. Pero mañana, mañana mismo tengo concertada una entrevista con ella, Conxita Jiménez, y podré por fin, espero, resolver del todo este enigma.

1 comentario:

Pau Roig dijo...

Verdaderament es alucinante la cantidad de mensajes que pueden contener unas sencillas estrofas si se saben ver con los ojos adecuados.
Estoy, estamos, estaremos pendientes del desenlace.