domingo, 13 de diciembre de 2009

Cadáver incompleto

... mitad de asesinado

Es la segunda parte del verso del gran escritor ecuatoriano Jorge Enrique Adoum, desaparecido este mismo año.
Cadáver incompleto, pero prometedor nido de larvas sepulcrales es el orden intelectual, la esperanza social y cultural que parece haber perdido su oportunidad de salvar el mundo, de salvarnos, de salvar el mundo de nosotros.
Lejos (en las rencillas que asolan el planeta, en la estupidez de quienes lo gobiernan) y cerca (en la estupidez, en la mediocridad de quienes elaboran nuestras programaciones de televisión, los simulacros anticrisis, y de quienes expelen nuestros planes de educación), el gusano hace camino a través de su palabra nauseabunda y contaminante. La palabra, que nos hizo humanos, nos devuelve al lodo.
No para salvarla (no está en la mano de uno ni de mil) sino para denunciar su podredumbre nace también este cuaderno, a pesar de la advertencia de Quevedo:

Raer tiernas orejas con verdades
mordaces, ¡oh Licinio!, no es seguro;
si desengañas, vivirás oscuro
y escándalo serás de las ciudades.

Pero da igual (y acabo por hoy con Jorge Enrique Adoum de nuevo):

No es fácil ser feliz: primero, no nos dejan
y, quién sabe, será también la falta de costumbre.

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