lunes, 7 de octubre de 2013

Daniel Calabrese, por otros medios

Sé que mis palabras parecerán irreverentes, incluso las que dedico al propio Daniel Calabrese, pero no son más que un elogio por otros medios.

Tengo que confesarlo, de una vez. Mis gustos poéticos van, creo que le pasa a todo el mundo, desde la devoción hasta el aborrecimiento. Hay poetas que tengo en tanta estima que a veces me cuesta admitir que escribieron también líneas que de ninguna manera pueden justificarse. Hay otros que me gustan bastante, pero desde el primer momento acepto sus defectos. Son los que me ofrecen mayor confianza a la hora de hablar de ellos de una forma más crítica. Otros me son del todo indiferentes. No me dicen nada, son anodinos pero no me resultan detestables. El resto son los poetas cuya obra repugnante me lleva a evitar hablar de ellos, salvo para contestar a quienes los intentan imponer a mi vista o mis oídos.

Cada uno tendrá, por supuesto, su propia clasificación personal, pero todos hacemos lo mismo: cualquier crítica que construimos viene a justificar nuestras propias predilecciones y rechazos. Lo que quiere decir que hablar de los otros es en realidad una forma de hablar de nosotros mismos.

El caso de Daniel Calabrese, nacido en ese escenario de obras interminables que es Dolores, siempre me desconcierta. Nunca he sabido decir si me gusta su poesía o me disgusta, pero es seguro que no me deja indiferente. Dice, por ejemplo, hablando de la poesía, cosas que me ponen nervioso, como su definición de que sea “una aventura espiritual, así como el universo es una aventura del espíritu absoluto. El artista quiere devolver el gesto de la creación, de esa manera se siente ligado a los ciclos eternos”.

Es una forma de no decir nada y, a la manera de los místicos, decirlo todo. Las vaguedades, de todas formas, no se pueden discutir. Pero esa es su teoría. Veamos ahora su práctica, sus “gestos de creación”.

Este poema, por ejemplo, me parece algo adolescente, del todo ineficaz. Su forma es infantil y su mensaje indeciso:

En este lugar

Camino solo frente a los vidrios
y dos luces me atraviesan.

Pienso en los padres de mi cuerpo.
En la hija de mi cuerpo.

Camino, viajo, cruzo
y me atraviesan hondamente.

Pienso en el amor.
En los reflejos del corazón.

Una sombra está echada.
Una vida me lleva de los pelos.

Detrás de la paredes sufro.

Detrás de las paredes
se está haciendo la muerte.

Pero ¿qué decir de este otro? Su escritura parece igualmente desmañada, inacabada, pero sus palabras inquietan y conmueven:

Silencio de abril

No se oye ningún ruido
pero les juro, en el medio
de esta tierra desolada, una bala
está pasando sobre mi cabeza.

No se oye nada.
Si los ángeles tiemblan,
no se oye.
Si las paredes hablan,
no se oye.
Si la lluvia picotea
un cráneo reluciente,
no se oye.

¿Estaremos muertos en este poema?
¿Muertos, es decir,
libres de la muerte?

Y un último poema. Tal vez uno de los que mejor representan todos los vicios de Calabrese: el desorden, la inconexión, la afectada trivialidad, la facilidad. Y sin embargo, me gusta, me gusta mucho, y no sé decir por qué. Tal vez por trabajar con un conjunto de materiales comunes para acabar construyendo un texto con una fuerte impronta personal. Eso es, en fin, la poesía, y definitivamente Daniel Calabrese la escribe muy bien:

Escritura en un ladrillo

¿Qué hemos escrito que lo cambie todo?

Hemos puesto los navíos
a agitarse en el océano,
y eran las luces el agua,
el sol aquella piedra con metal.

En ese barco bebía un capitán
la espuma silenciosa de las horas
y, tal vez, llegaba tarde el sueño cada noche.

Hemos dicho que la dársena
escondía una sirena
entre los hierros carcomidos por la sal,
pensamos en el frío,
en la luna desgarrada por las grúas.

¿Creamos los fantasmas de humedad en la pared?

Es cierto, el cielo ha sido bestial
este año con los ciegos y ambulantes,
pero ¿qué hemos escrito que lo cambie todo?




Daniel Calabrese (Imagen: http://www.festivalpoesianicaragua.com)

Andrei Distrievich

5 comentarios:

Daniel Recasens dijo...

Me'l quedo,
El primer m'ha remogut i el segon m'ha fet aixecar!

Blancaneus dijo...

"Que el verso sea como una llave
Que abra mil puertas.
Una hoja cae; algo pasa volando.
Cuanto miren los ojos creado sea
Y el alma del oyente quede
temblando".)

Ramón Sanz dijo...

¡Y yo que creía que Blancaneus se había marchado! Mira por dónde, y coincidiendo con la reanudación del curso, reaparece, ¡y de la mano de Huidobro, otro experto en fugas!
Curioso también, por otra parte, que Andrei Distrievich esté por la Argentina y que Blancaneus nos venga con versos chilenos.

Blancaneus dijo...

Huérfana de maestro y
con una conciencia artística
que me corroe,
no tengo más remedio que utilizar
el veso libre.
Sin estructura formal
sin recursos estilísticos
sin saber qué límites son los que
marcan la métrica de la Vida.
Hallo consuelo en
la lectura al azar
de poemas que me hablan.
Cualquier día
me vuelvo a fugar.

Blancaneus dijo...

quise decir:
el verso libre