Nadie se atreverá a negar
que Arturo Pérez Reverte, miembro de la RAE, tiene los méritos literarios
suficientes para ocupar su sillón con la letra T (de ¿también?). Tampoco se dudó en su momento que fuera un intachable
defensor de las causas justas y de los derechos humanos. Tal vez muchos confundieron
al bueno de Alatriste (ficción) con su autor (ficción).
Nadie negará las excelencias de la prosa del académico, si
se le ofrece una buena suma. Leo hoy un arti-culo del insigne, que dejo aquí
por si alguien tiene malsana curiosidad, y me encuentro con lo mismo de siempre
(la vulgaridad, el estilo chocarrero, los chistes de bar de extrarradios) de
Pérez Reverte, pero rebajado. Miren, si no: «qué ocurriría cuando esas prójimas
se pasaran la decisión judicial por la bisectriz del chichi» (no es por lo de chichi, lo malo es la burda metáfora bisectriz), o «a fin de dejar las cosas
claras y el chocolate espeso» a Pérez Reverte le pesa más Galdós que los huevos
a un toro), o esta joyita, que ya sonaba a ventosidad preconstitucional en
tiempos de Galdós: «Dura Lex, sed Lex, decían los clásicos. O sea, Duralex».
Otra cuestión, más allá del estilo, que siempre encontrará
defensores y detractores, es la corrección. «Usted la pilla in flagranti delicto, como decían
Cicerón y los romanos ésos», escribe Pérez Reverte. Tengo dudas acerca de su
competencia en lengua española, pero con este ejemplo me queda claro que el
latín no es lo suyo, ni el Derecho. O infraganti, vulgarismo ya aceptado por la
Academia, o in flagranti o in flagrante delicto. Qué listillo el
colega, dando lecciones a todo el mundo.
En fin. Cada uno llega adonde llega, y tiene incluso sus
lectores. En el caso de Reverte, todos aquellos que se las han arreglado para
que su adolescencia protorrevolucionaria se extienda hasta donde su inteligencia
no ha podido desarrollarse. O para los que no saben aguantarse las ganas de ir
al excusado. Como el propio Pérez Reverte. Observen este fragmento de su
artículo, por ejemplo:
La decisión no llegó a tener efecto,
porque la Audiencia Provincial de Madrid, especializada en aplicar la ley
irreprochablemente, sin casarse con nadie y sin que le tiemble el pulso -algún
día contaré una nauseabunda experiencia personal relacionada con ese digno
lugar-, ha tumbado la anterior decisión judicial [...].
Me ha costado un buen rato
darme cuenta de qué hablaba el autor. Analizando la frase, concluyo que ese
digno lugar se refiere a la Audiencia Provincial de Madrid. Entonces he
entendido también lo de « nauseabunda experiencia personal»: es la misma
Audiencia que hace unas semanas lo ha condenado a pagar una multa de 212.000
euros por plagio. Típica rabieta adolescente con insinuaciones y alusiones
veladas.
Y no quería hablar del pensamiento político de Pérez
Reverte, pero no puedo dejar de referirme al final de esta nueva deposición moral
suya: «extráñense, por ejemplo, de que una señora que se encuentra al violador
de su hija libre en la calle, tan campante, y éste se chotea preguntándole por
la niña, compre una lata de gasolina y monte su propia falla casera,
resolviéndolo ella misma». ¿Qué? ¿Nos liamos todos a tiros? ¿Hace un
linchamiento?
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