martes, 12 de marzo de 2013

Los premios (II)


Como decía en la última entrada, los temas y restricciones temáticas que algunos concursos exigen son de lo más extravagante. Pueden encontrarse, además, todo tipo de condiciones y limitaciones ciertamente curiosas que afectan a otros aspectos, como la extensión de las obras enviadas:

1. Se acostumbra a requerir un número de versos, de páginas o de caracteres razonable, en relación al género literario para el que se ha creado el premio, además de condiciones de tipo de letras márgenes y espaciado que unifiquen los criterios. Pero no siempre ocurre así, como en este caso, que solicita relatos

“cuya extensión máxima sea de tres folios y su extensión mínima sea de tres párrafos”.

Lo de los tres folios resulta comprensible, pero los tres párrafos ofrecen algunas dudas porque, ¿qué ocurre si tres párrafos resultan más extensos que tres folios? Nos encontraríamos entonces frente a una inquietante paradoja, una extensión del relato mayor y menor que el máximo al mismo tiempo, una verdadera aberración matemática.

2. Lo más divertido, sin embargo, siempre tiene que ver con el tema y las restricciones del contenido. Sin ninguna jerarquización en la categoría de los absurdos, procedo a exponer y comentar algunos exemplos:

En un concurso de microrrelatos que exige comenzar los textos con una frase determinada impuesta por los organizadores, se puntualiza que

“los microrrelatos no deberán contener  ningún tipo de insultos, expresiones peyorativas, descalificativos, expresiones discriminatorias, así como tampoco incitaciones a la violencia ni amenazas”.

Esto complica enormemente la escritura, no sé si ha reparado en ello la comisión convocante. Uno podría pensar que con estas condiciones, lo mejor sería escribir sobre flores, pero ¿qué hacer entonces ante la necesidad de hablar de los capullos? La opción entonces, tal vez sea un escenario bucólico sin alusión a los vegetales pero ¿habría que evitar referirse a cerdos, vacas, conejitos? Tampoco los espacios marítimos parecen apropiados ante el peligro de mencionar a los besugos y las ballenas. ¿Y la vida doméstica? Ni hablar, si hay que insinuar la existencia de algún mendrugo.

Y aún peor, diría yo, es lo que afecta a la morfosintaxis: nada de diminutivos ni de aumentativos, nada de cuantificadores como más, menos, muy, poco, o de superlativos como el mejor o el más, que sugieran la existencia de alguien que es peor o que es menos, y nada de prefijos con valor negativo como in- (infiel) o des- (desconsiderado).

3. Por una línea similar, aunque tal vez algo más ingenua, deambulan estos organizadores de un concurso de Cataluña:

“La temàtica és totalment lliure en totes les modalitats del concurs. No s'acceptaran aquells escrits que afectin alguns dels principis següents: dret a l'honor, a la intimitat personal i familiar, respecte a la dignitat de les persones, i no discriminació per motius d'ètnia, sexe, religió, opinió, nacionalitat, discapacitat o qualsevol altre circumstància personal o social.”

[“La temática es totalmente libre en todas las modalidades del concurso. No se aceptarán aquellos escritos que afecten a algunos de los siguientes principios: derecho al honor, a la intimidad personal y familiar, respeto a la dignidad de las personas, y no discriminación por motivos de etnia, sexo, religión, opinión, nacionalidad, discapacidad o cualquiera otra circunstancia personal o social.”]

Está bien que primero admitan cualquier temática e inmediatamente después digan que no. Está bien que se preocupen de salvaguardar los valores democráticos, aun en detrimento de los literarios. La última condición, sin embargo, “cualquiera otra circunstancia personal o social”, es inadmisible. “Cualquiera otra” lo incluye absolutamente todo, desde el primer momento de la existencia. No se me ocurre cómo no contravenir esta exigencia salvo enviando un relato con protagonistas vegetales, animales, objetos parlantes o extraterrestres, y eso sí, en ningún caso organizados socialmente.

4. Otro certamen, destinado a “poetisas” (el término ya provoca urticaria por cursi, ñoño y sexista) pretende “promover los valores republicanos sobre todo en los núcleos juveniles”, y aclara:

“Estos valores se pueden resumir en: la Igualdad, la Fraternidad, la Libertad, la Laicidad, la Solidaridad, la Justicia social, económica y política, la NO Violencia, la diversidad como valor de respeto e igualdad, la participación ciudadana y la profundización democrática, etc.”

Parece que los organizadores confunden formas de Estado con formas de gobierno. No sé si han pensado en la República Popular Democrática de Corea, en la República Islámica de Irán o en la República de Cuba. De todas formas, como que los valores enumerados no incluyen la decapitación del monarca ni el sufragio universal (hablan solo de “participación ciudadana”, pero también participa la ciudadanía norcoreana en los multitudinarios desfiles que organiza regularmente el gobierno de la República), uno no sabría exactamente (en caso de ser poetisa republicana) a qué atenerse a la hora de enviar un original.

5. Y no me digan que estos no son unos cachondos:

“Podrá participar en este certamen todo micro relato [sic] que, con un máximo de 100 palabras, trate un tema micológico en cualquiera de sus variantes. [...] el jurado valorará primordialmente narrativa y macromicetos [...] siendo entregado el galardón correspondiente al microrrelato ganador, durante la comida de confraternización que para socios y simpatizantes se celebrará [...]”.

Lo que no especifican las bases es si el menú consistirá solo en la ingestión de las setas más variadas o incluirá también la deglución de los micomicrorrelatos. En cualquier caso, lo más inquietante es el término confraternización.

6. Lo mejor lo he dejado para el final. Son todos aquellos concursos que tienen el amor como tema:

- Este me hace dudar de la teoría de los géneros no sexuales sino narrativos, ya que solicita
“treballs en prosa que s'englobin dins del gènere de relats barcelonins eròtics”.

He buscado por todas partes el género “relato barcelonés erótico”, sin éxito. No encuentro de todas formas que baste con eso para condenar el premio. El género tal vez aún no está descrito, pero puedo imaginarlo: las narraciones incluirán coitos en la Rambla, orgías multitudinarias al pie de la Sagrada Familia, sexo oral en los rincones discretos que ofrece la Plaça de Catalunya, y muchas otras cosas que se me ocurre que se pueden hacer en Barcelona, aunque dicen que Amsterdam y Las Vegas ofrecen más posibilidades.

- Este otro me trastorna intensamente:

“Podrán participar, sin límite de edad, todas aquellas personas [...] que lo deseen, enamorados, desamorados, ilusionados, desengañados, fieles, infieles, amantes, novios, casados... Los temas de las cartas serán el AMOR o el DESAMOR. Las cartas de amor o desamor podrán ser dirigidas a personas u objetos personificados, sin distinción de sexo, edad, color o rango.”

Las posibilidades combinatorias son considerables, pero las más desconcertantes serán sin duda las que incluyan a esos “objetos personificados”. ¿En qué pensaban los convocantes? ¿En un consolador de 19 años, caucásico, funcionario de carrera y bígamo desengañado?

- Por último, otro de “literatura romántica” que, no puedo negarlo, me conmueve:

“Se admitirán obras incluidas dentro del género de la literatura romántica en todos sus subgéneros y recursos literarios (paranormal, regencia victoriana, histórica, chick-lit, sentimental, medieval, timetravel, suspense, vaqueros, erótica, jeques, etc.).”

Lo de los jeques sobre todo; eso me ha llegado al corazón. Es verdad que los vaqueros y los templarios ponen mucho, pero los jeques... con todos esos millones, esos Rolls-Royce, esos caballos pura sangre y esas túnicas provocativas que esconden tesoros aún más admirables...


Foto: http://es.ioffer.com

3 comentarios:

Camèlia Strike dijo...

Sería interesante convocar un premio de relatos sadomasoquistas. La dotación, en coherencia con dicha convocatoria, podria consistir en un primer premio consistente en recibir una brutal paliza. El segundo premio, seria propinar tal paliza. El tercero, ya en categoría voyeur, admirar en primera fila todo el espectáculo, a poder ser con salpicaduras de sangre incluidas.
Eso sí, el mínimo se establecería en tres párrafos y el máximo en tres páginas, como debe ser.

Ramón Sanz dijo...

El problema del sadomasoquismo es la adicción, precisamente en los tres sentidos que apunta usted: víctima, verdugo y voyeur, la llamada regla de las tres uves. Así que su propuesta saldría bien la primera vez, por la novedad, pero en las sucesivas convocatorias habría que ir incrementando siempre la cantidad: tres páginas, tres párrafos, tres palizas (regla de las tres pes).
Recuerdos a su querido abuelo, el señor Wiston, que espero que se encuentre en vías de recuperación.

Pau Roig dijo...

Gran anàlisi. Molt interessant!