sábado, 31 de marzo de 2012

Con licencia

Ya hace un tiempo, publiqué un soneto de Mario Loppo, "Labrado está en mi verso ese modelo", parodia de otro de Pietro Bembo, cuyo objeto −¿Dirélo? Sí, pues que Mario fue− no era otro que un culo, la pertenencia del cual fue materia de una discusión aún no resuelta.

Volveré sobre el asunto pero ahora, pensando en el culo (de manera general, abstracta, no en ese culo en concreto), advierto que me vienen a la cabeza un buen número de textos poéticos sobre el tema, y he resuelto dedicarle un poco de atención. Así que, de forma periódica, iré publicando algunos textos relacionados, en una serie que inicio ahora con un soneto de Tomás de Iriarte, quien, a pesar de ser más conocido por sus fábulas, practicó con habilidad la poesía erótica, muchas veces también con intención satírica y siempre con un desenfado insólito para quienes esperan encontrar al decoroso y didáctico fabulista:

 Afrodita Calipigia, copia romana en el Museo Arqueológico Nacional de Nápoles.

Respuesta a una dama que le preguntó qué era lo mejor que hallaba en su cuerpo

Con licencia, señora, de ese pelo
que en rubias ondas llega a la cintura,
y de esos ojos cuya travesura
ardor infunde al pecho más de hielo;

con licencia del talle, que es modelo
propuesto por Cupido a la hermosura,
y de esa grata voz cuya dulzura
de un alma enamorada es el consuelo,

juro que nada en tu persona he visto
como el culo que tienes, soberano,
grande, redondo, grueso, limpio, listo;

culo fresco, suavísimo, lozano;
culo, en fin, que nació, ¡fuego de Cristo!,
para el mismo Pontífice romano.
Tomás de Iriarte

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