miércoles, 1 de mayo de 2013

El soneto sobre el soneto (III)

Pese a los antecedentes de Hurtado de Mendoza y de Baltasar del Alcázar, el «soneto sobre el soneto» de Lope de Vega se convirtió de inmediato en el modelo aventajado de este tipo de soneto, y lo sigue siendo. No es extraño, considerando que cualquier estudiante de secundaria, y aun de la educación primaria (forma parte del reducido número de textos en verso que constituyen los greatest hits de la poesía en español, con la Canción del pirata de Espronceda y el soneto «A una nariz» de Quevedo) lo conoce, y su lectura forma parte indisoluble, precisamente, de la explicación de la forma soneto.

El texto de Lope es hasta tal punto popular que, además de los sonetos “serios” que parten de su ejemplo, y de los que me ocuparé en próximas entradas, ha dado lugar a un buen número de imitaciones que oscilan entre la parodia y el homenaje. De ellos ofrezco ahora una reducida muestra, desigual pero no exenta de curiosidad:

1. El argentino Baldomero Fernández Moreno (1886-1950) imagina la decepción de Violante al ver que Lope le escribe un soneto, sí, pero no a ella sino al soneto mismo:

Cólera de Violante

Cuando Violante vio que en un segundo
Lope de Vega terminó el soneto,
miró al maestro, que sonrió, discreto,
y su pecho quedó meditabundo.

El pecho de Violante, un breve mundo
por un tajo partido en dos, direto,
casi escapó del regalado peto,
elástico como era y furibundo.

Porque ella no quería la acrobacia
de que dio muestras el de la perilla
y la guedeja montañesa y lacia.

Ella soñó el soneto maravilla,
el que hiciera inmortal toda su gracia
de ricahembra y marisabidilla.

(Publicado originalmente por el autor en el número 37 (abril de 1939) de la revista Nosotros como «Epílogo al soneto de Violante».)

2. En la misma línea, pero esta vez en boca de la mismísima Violante (que no es Violante), la bloggera “Julia” envía esta

RESPUESTA DE DOÑA VIOLANTE A LOPE DE VEGA (Gerard Widemann, amanuense de doña Violante Pardo)

No me eches tú, Lopillo, tanto morro,
no creas que me cumples mi deseo
hilvanando un soneto, pues bien veo
que hoy la pluma la llevas en el gorro.

No pienses que, con verte, yo me corro,
o que estimo un soneto un devaneo,
pues soy una mujer que pienso y leo;
no trates de engañarme hoy a lo zorro.

Ni pienses que, de cierto, soy Violante,
ni me hables de cuartetos y tercetos,
ni aún en dónde colocas cada acento;

sé bien que lo que cuenta, lo importante
es el decir, al fin, de modo escueto
un concepto, una flor, un sentimiento.


3. El porteño Alberto Vacarezza (1888-1959) sustituye a Violante por su amigo Castillo, y escribe un sainete y un soneto, todo en uno:

Un sainete en un soneto

Un soneto me manda hacer Castillo
y yo, para zafarme de tal brete,
en lugar de un soneto haré un sainete,
que para mí es trabajo más sencillo.

La escena representa un conventillo.
Personajes: un grébano amarrete,
un gallego que en todo se entromete,
dos guapos, una paica y un vivillo.

Se levanta el telón. Una disputa
se entabla entre el gallego y el goruta,
de la que saca el vivo su completo.

El guapo que pretende a la garaba
se arremanga al final, viene la biaba
y aquí acaba el sainete y el soneto.

(De Cantos de la vida y de la tierra, 1944)

(El poema necesita tal vez alguna aclaración a causa del léxico lunfardo que utiliza: grébano y goruta (‘tarugo’, con la típica inversión de sílabas del lunfardo) son términos despectivos para ‘italiano’; gallego es ‘español’; paica y garaba se refieren a ‘muchacha’.)

4. Otro porteño, Luis Alposta (1937), lleva un poco más allá la parodia, dirigiéndose el soneto (con una expresión menos marcada del lunfardo) a sí mismo (“un soneto me pide el amor propio”) y convierte los fingidos titubeos de Lope ante la petición de Violante en toda una duda existencial de fuente shakesperiana (verso noveno):

Un soneto me pide el amor propio
y en mi vida me he visto en tal apuro.
Si cuatro versos ya me dan laburo,
antes de los catorce será un opio.

De las formas no quiero ser esclavo.
Además, sobre el tema ya se ha escrito.
En el séptimo verso lo medito
y no sé si plantarme en el octavo.

¿Seguir o no seguir? Ésa es mi duda.
Pues la cosa se me hace peliaguda
al tratarse de historia tan junada.

Pero ya falta poco, y lo importante
es ahora encontrar la consonante
y dar esta cuestión por terminada.

(De Con un cacho de nada, 1986)

5. Como que no solo de sonetos vive el hombre, ni este blog, transcribo ahora la nota introductoria al soneto de Lope de una alumna de 3º de ESO:

“«Un soneto me manda hacer Violante» es el título del soneto que Lope de Vega escribió con tan solo 16 años para su profesor Violante.”

Me niego rotundamente a pensar que se trata de un error de la alumna (o de su libro de texto o de su propio profesor) y rechazo con la misma vehemencia que su afirmación sea explicable por un abuso de la fantasía. La cita merece no solo un lugar preeminente en las antologías de homenajes a Lope sino en el Compendio Universal de la Confusión: Violante, tal vez el primer travestido documentado en la poesía española, es el objeto de deseo de un joven Lope de Vega homosexual, antes del violento cambio de tendencia que lo convirtió en ardiente raptor de jovencitas.

6. Por último, de “Agustín”, de Murcia, leo en un foro un divertido soneto (no para Lope) perteneciente a la categoría de respuestas de (la ofendida) Violante:

DE PARTE DE VIOLANTE

Un soneto Don Lope me ha enviado
y en mi vida he leído algo más feo.
se conoce que el hombre, en su deseo
de querer halagarme, ha fracasado.

En lugar de ponerme lo inspirado
que se suele escribir en un correo,
va contando en pesado sermoneo,
lo que lleva del bodrio terminado.

Y lo malo es que encima justifica
esa birria total, y especifica
que fui yo quien mandó tan mal enredo.

Pues lo niego del modo más tajante,
y que sepa, de parte de Violante,
que prefiero un soneto de Quevedo.


3 comentarios:

El Profà del Rebost dijo...

Bona entrada. El darrer sonet és genial, em trec el barret davant el tal "Agustín de Múrcia"

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Ramón Sanz dijo...

Gràcies. Si no fos perquè l'autor del sonet es diu Agustín, és de Múrcia i el seu sonet és realment bo, jo mateix tendria moltes sospites d'aquesta predilecció per Quevedo.