martes, 18 de septiembre de 2012

Tigre cautivo


Curiosamente, este país en el que tanta gente se declara antimonárquica, presta una atención formidable a todo lo que tiene que ver con la Familia Real. Está bien que de alguna parte de ella se ocupe la Justicia, las revistas del corazón o la prensa deportiva, pero no veo tan necesario iniciar un debate nacional cada vez que Don Juan Carlos se pronuncia.
Voy al grano (se hace tarde y Andrei, que es un impenitente madridista me apremia, cierto que sin mucha convicción, a que preste atención al debut del Madrid en la Champions). Todo viene hoy a propósito de un breve mensaje que el monarca de todas algunas de las Españas ha dado a conocer por medio de la página web de la Casa Real, y que reproduzco aquí:

No soy el primero y con seguridad no seré el último entre los españoles que piensa que en la difícil coyuntura económica, política y también social que atravesamos es imprescindible que interioricemos dos cosas fundamentales.
La primera es que solo superaremos  las dificultades actuales actuando unidos, caminando juntos, aunando nuestras voces, remando a la vez. Estamos en un momento decisivo para el futuro de Europa y de España y para asegurar o arruinar el bienestar que tanto nos ha costado alcanzar. En estas circunstancias, lo peor que podemos hacer es dividir fuerzas, alentar disensiones, perseguir quimeras, ahondar heridas. No son estos tiempos buenos para escudriñar en las esencias ni para debatir si son galgos o podencos quienes amenazan nuestro modelo de convivencia. Son, por el contrario, los más adecuados para la acción decidida y conjunta de la sociedad, a todos los niveles, en defensa del modelo democrático y social que entre todos hemos elegido.
La segunda es que, desde la unión y la concordia, hemos de recuperar y reforzar los valores que han destacado en las mejores etapas de nuestra compleja historia y que brillaron en particular en nuestra Transición Democrática: el trabajo, el esfuerzo, el mérito, la generosidad, el diálogo, el imperativo ético, el sacrificio de los intereses particulares en aras del interés general, la renuncia a la verdad en exclusiva.
Son esos los valores de una sociedad sana y viva, la sociedad que queremos ser y en la que queremos estar para superar entre todos las dificultades que hoy vivimos.

Aunque me gustaría estar de acuerdo con Don Juan Carlos (no por afinidad de ideas ni por lealtad a la Corona sino simplemente por estar de acuerdo con algo por una vez en la vida), solo soy capaz de celebrar o desaprobar las afirmaciones que se refieren a la realidad y se expresan con la intención de evidenciar algún propósito empírico. Por la misma razón no soy capaz de manifestar tampoco mi desacuerdo. Sobre los textos literarios, me limito a analizar su estilo, sus recursos, su estructura. Y este es un texto literario, lleno de metáforas (“remando a la vez”, “son galgos o podencos quienes amenazan nuestro modelo de convivencia”), de elementos del bestiario (quimeras), de personificaciones (“una sociedad sana y viva”), y otras figuras retóricas. Así que no puedo discutirlo porque no estoy seguro de que se refiera a la realidad o al menos a nada en concreto. Sí que hay una cosa que no me veo con ánimo de dejar pasar sin comentario, y es una de las expresiones que, por lo que he visto y oído, más ha molestado a la mayoría, y me incluyo yo mismo: “lo peor que podemos hacer es [...] perseguir quimeras”. A mí, sin embargo, no me disgusta por sentirme vagamente aludido o porque sienta que mis aspiraciones se vean menospreciadas. Me molesta por un añadido posterior del mismo mensaje del Rey: “hemos de recuperar y reforzar los valores que han destacado en las mejores etapas de nuestra compleja historia”. Presumo que el Rey, cuando se refiere a “las mejores etapas de nuestra compleja historia” piensa que una de las más gloriosas habrá sido la conquista de América. Pues bien, no quiero dejar de nombrar, solo nombrar, algunas de las quimeras que la hicieron posible: Amazonas, California, Isla de Mujeres, Patagonia, nombres provenientes de la toponimia imaginaria de los libros de caballerías, por no hablar de la búsqueda de El Dorado y de las Siete Ciudades de Cíbola.
Dejemos las quimeras seguir su curso. Siempre serán preferibles al tigre enjaulado en que se ha convertido cada ciudadano, tanto el catalán como el manchego, como en el célebre dístico de Pere Quart:

TIGRE CAPTIU

¿Les fuetades t'han ratllat la pell,
o potser l'ombra de la reixa?

1 comentario:

Pau Roig dijo...

Que bien habla (escribe) un catalán de Madrid. ¡Cuanto sabes de literaruta y de comentarios de texto!