martes, 15 de noviembre de 2011

Traducción y originalidad

Los interminables debates que habitualmente suele englobar la etiqueta "tradición y originalidad" frecuentan a menudo los arduos territorios de la traducción. Fidelidad al contenido o a la forma, reverencia a la lengua de origen o lealtad hacia la lengua de destino son algunos de los extremos de una discusión en la que no quiero entrar, porque tengo ideas contradictorias al respecto y, esencialmente, porque me aburre. En cuanto a la originalidad, idea que alimenta (o emponzoña) la creación artística desde el romanticismo, me remito a la paradoja que sobre la cuestión expresaba Adolfo Bioy Casares: "En los años que vivimos la busca de la originalidad se ha convertido, entre los escritores, los artistas y sus adláteres, en un auténtico movimiento de masas, o dicho simplemente, en una moda, que es la negación de la originalidad."
Ya que ha quedado clara mi postura al respecto (o no, de ninguna manera) sobre la originalidad, que me la transporta al céfiro, y sobre la necesidad de una regla inquebrantable para los ejercicios de traducción, que otro tanto, me ahorro defender la traducción de Màrius Llop al catalán del célebre y incontablemente traducido soneto CXVI de Shakespeare, "Let me not to the marriage of true minds", que reproduzco primero:

Let me not to the marriage of true minds
Admit impediments. Love is not love
Which alters when it alteration finds,
Or bends with the remover to remove:
O no! it is an ever-fixed mark
That looks on tempests and is never shaken;
It is the star to every wandering bark,
Whose worth's unknown, although his height be taken.
Love's not Time's fool, though rosy lips and cheeks
Within his bending sickle's compass come:
Love alters not with his brief hours and weeks,
But bears it out even to the edge of doom.
If this be error and upon me proved,
I never writ, nor no man ever loved.

William Shakespeare

La traducción de Màrius Llop es manifiestamente imperfecta, es cierto. Mezcla, por ejemplo, la rima asonante y la consonante y, en algún momento, no es del todo fiel al original. Sin embargo, tal vez por la amistad que me unía con él, tal vez porque no me cuesta reconocer que yo hubiera sido incapaz de una adaptación mejor, y menos aún en catalán, no puedo menos que expresar mi debilidad por esta versión que fluye en versos de un ritmo suave, en absoluto forzados como suele apreciarse en la mayoría de los casos:

Concediu que a la unió dels semblants d’esperit
no admeti impediments. L’amor ja no és amor
si també, quan veu canvis, altera el seu sentit,
i, com el tornassol, canvia de color:

l’amor és com el far que immòbil en un punt
contempla les tempestes sense cap variació;
per als vaixells errants és l’estrella del rumb,
de magnitud ignota, d’exacta posició.

No és el bufó del temps, tot i que llavis, cara,
pereixin agostats sota la seva fúria;
i no pateix per causa de tan curta durada
sinó que es reafirma en la final ruïna.

I si això és un error i en mi un dia es provés,
cap home ha estimat mai, i jo no he escrit mai res.

William Shakespeare, soneto CXVI, traducción de Màrius Llop

1 comentario:

Pau Roig dijo...

Haurem de felitar molt efusivament al Màrius Llop per la magnífica traducció, si reapareix i el podem arribar a conèixer.