martes, 10 de noviembre de 2009

Leer parodias de libros de caballerías también causa locura

En las sociedades primitivas, el lenguaje era mágico. Decir bisonte era ya casi haberlo cazado, pronunciar las sílabas del fuego suponía verlo devastar las extensiones vírgenes de aquel mundo desconocido, o verlo descender del cielo misterioso. Todavía Platón, en El Cratilo, parecía fantasear con la idea. Con el tiempo, sin embargo, se llegó al acuerdo de que el lenguaje es arbitrario. Y aunque podamos convenir, con Borges, en que uno no muere igual si de sus heridas brota sanguine que blood, habrá pocos que nieguen que lo que causa la hemorragia fatal es la hoja de la espada y no la contundencia sonora de una u otra lengua.


Tantos años, tantos doctos volúmenes, tantas catástrofes (la desaparición de los bisontes, la explicación científica del rayo y la consecuente destrucción de tan hermosas mitologías, la sustitución del noble acero por toda una incivil mecánica de la muerte) y la evolución, que es cíclica y que se encuentra ahora en estado de regresión, nos devuelve al protosimio de donde procedemos. El lenguaje, en manos del primate, vuelve a ser caverna y sílex y gruñido. Y así, por ejemplo, el insigne filópedo Jordi Bilbeny, miembro del Instituto de Nueva Histeria de Cataluña, profiere, entre otros mugidos, que Cervantes era catalán y que en esa lengua escribió realmente El Quijote. Toda su argumentación se basa en que en el Prólogo a sus Novelas Ejemplares, en la edición de 1613, el propio autor dice de sí mismo: "llámase comúnmente Miguel de Cervantes Saavedra". De este comúnmente, Bilbeny infiere que la censura española le impedía firmar con su verdadero nombre, que tenía que ser, según el mismo investi-ouija-dor, Joan Miquel Servent.


Este y otros excrementos (también eran catalanes Leonardo, Hernán Cortés, Santa Teresa, Velázquez, y otros muchos) pueden olerse en su página, que dejo aquí para público y común regocijo, y también para que mis alumnos de 2º de BAT me hagan un pequeño ejercicio de creación que ahora detallo en sus diversas opciones:
1. Explica, en dos o tres páginas, que Pablo Picasso era en realidad un alienígena, fruto de una invasión frustrada, y que lo que pintaba no era otra cosa que escenas de su planeta. Arguméntalo a partir de sus cuadros. Para qué más.

2. Da a conocer al mundo la obra más importante de Jean de La Bruyère, que no es Les Caracteres o Les moeurs de ce siècle, como todo el mundo piensa, sino un famoso queso, ya que el nombre verdadero del autor francés no era otro que Jean de La Gruyère.

3. Demuestra, en dos o tres páginas, que Walt Whitman era ruso, negro y un científico alemán del siglo XVI. Básate en lo que quieras.

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