jueves, 29 de agosto de 2013

Poesía, idea, poema

Vengo de leer furtivamente en una librería de cuyo nombre no quiero acordarme (pero sí quiero, lo que pasa es voy allí a robar palabras y no siempre tengo plata para llevarme el libro) un breve texto del porteño Enrique Solinas, «La poesía es un jardín en movimiento», recogido en el volumen colectivo Dificultades de la poesía (Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2011). Con suerte, lo he encontrado en http://actaliteraria.blogspot.com.es/ y de allí reproduzco un fragmento que me ha llamado la atención. He de advertir que su autor recoge un buen número de obviedades. Unas me aburren ya, pero otras aún me hacen reflexionar:

“Cuando la poesía ya aparece en forma de poema, antes hubo un proceso que no es posible situar en un espacio específico, como tampoco medir en tiempo cronológico. El poema se construye en torno a una idea, pero no toda idea es un poema. El mundo existe atravesado por el pensamiento, las ideas fluyen, pero esto no significa que todo pensamiento o idea sean poesía.
Aquí nos encontramos con otra dificultad, ya que una excelente idea no garantiza un buen poema, aunque sí un buen poema puede prescindir de una idea excepcional. Tal vez los mejores poemas carezcan de pensamientos revolucionarios o reveladores en torno a nuestra realidad, pero tienen eso que no podemos precisar, y que sin embargo nos conmociona, queda en nuestra conciencia como un sueño que se repite incesante.”

He dicho que el texto está lleno de lugares comunes y el fragmento elegido parece un buen ejemplo. Pero también he dicho que me gusta así: “el poema se construye en torno a una idea”, dice Enrique Solinas, lo que ya es una superación de cierta concepción romántica de la poesía (al menos la que se ha hecho, lamentablemente, más popular), y se parece mucho al modernismo (también muy romántico, en realidad) de Rubén Darío:

“[...] hay en cada verso, además de la armonía verbal, una melodía ideal. La música es sólo de la idea, muchas veces.” (Prosas profanas, «Palabras liminares»)

Para Solinas, que antes prácticamente ha restringido la poesía a su ordenamiento tradicional (les remito al texto completo: La poesía), la disposición de líneas que llamamos versos, la forma, por tanto, se asocia a la idea, es decir, la idea expresada de una determinada forma. Podría parecer que el autor olvida una buena parte de la tradición poética, pero aclara a continuación que “un buen poema puede prescindir de una idea excepcional”. Me alegra, reitero, que tales juicios continúen vigentes, aunque no sean nuevos:

“Admirable ejemplo de una poesía puramente verbal es la siguiente estrofa de Jaimes Freyre:
Peregrina paloma imaginaria
que enardeces los últimos amores;
alma de luz, de música y de flores,
peregrina paloma imaginaria.
No quiere decir nada y a la manera de la música dice todo.

Ejemplo de poesía intelectual es aquella silva de Luis de León, que Poe sabía de memoria:
Vivir quiero conmigo,
gozar quiero del bien que debo al Cielo,
a solas, sin testigo,
libre de amor, de celo,
de odio, de esperanza, de recelo.

No hay una sola imagen. No hay una sola hermosa palabra, con la excepción dudosa de testigo, que no sea una abstracción.”
J.L.Borges, «Prólogo» a La cifra (1981)

En definitiva, y concluyendo con las palabras de Enrique Solinas, “tal vez los mejores poemas [...] tienen eso que no podemos precisar, y que sin embargo nos conmociona, queda en nuestra conciencia como un sueño que se repite incesante”, un dictamen que claramente deja las cosas como han estado siempre a la hora de determinar qué sea la poesía, o el arte en general, un sentir, una impresión subjetiva, que no está en la forma ni en el propósito ni en la idea sino en lo que gusta o no a cada cual como lector.

¿No es ese mismo proceder el que nos lleva a discutir sobre conceptos como libertad, nación, justicia?

miércoles, 21 de agosto de 2013

Uno de Juan Gelman

Me encanta Gelman. Vuelvo a sus versos (que son muchos) una y otra vez, y no me canso. Tiene un no sé qué de muy argentino, muy porteño y algo también de muy antiguo que viene yo no sé, de España y más allá, de muchos sitios. Y me gusta también porque no es el típico poeta “poético” que habla de cosas alejadas de la experiencia común, de boludeces que solo gustan a otros poetas. Dice cosas como las diría cualquier otro, aunque así como él las dice, solo él sabe decirlas.

Aquí pongo un poema suyo ya de años, de Gotán (1962), sacado de su propia bitácora:

Gotán

Esa mujer se parecía a la palabra nunca,
desde la nuca le subía un encanto particular,
una especie de olvido donde guardar los ojos,
esa mujer se me instalaba en el costado izquierdo.

Atención atención yo gritaba atención
pero ella invadía como el amor, como la noche,
las últimas señales que hice para el otoño
se acostaron tranquilas bajo el oleaje de sus manos.

Dentro de mí estallaron ruidos secos,
caían a pedazos la furia, la tristeza,
la señora llovía dulcemente
sobre mis huesos parados en la soledad.

Cuando se fue yo tiritaba como un condenado,
con un cuchillo brusco me maté
voy a pasar toda la muerte tendido con su nombre,
él moverá mi boca por la última vez.





Foto: http://www.elmundo.es